Es curiosa la importancia que en nuestra sociedad tiene el vestido. Tanto que hay países que utilizan una piel para taparse las glándulas sexuales, mientras que en otros las mujeres no dejan ver ni el brillo de sus ojos, tapándose los cuerpos con telas negras largas hasta los pies. En la metrópoli el vestido suele destapar el capital del portador o, a veces, revelar los gustos musicales o aficiones que tenga cada sujeto.
Llega un punto en que uno ya no sabe si viste para aparentar, si viste por comodidad, si viste por necesidad o viste porque sí. Realmente los humanos a partir de la pubertad ansía quitar la ropa a los demás, hasta nosotros cuando llegamos a casa, ansiamos por quitarnos los vaqueros y ponernos ese pantalón suelto al que llamamos pijama. Así que realmente ¿que sentido le damos cada uno al vestido? Hay culturas y sociedades donde la religión o la tradición siguen estando muy arraigadas a la vestimenta, pero en este primer mundo consumista y cada vez más desprovisto de tradiciones, ¿Qué sentido tiene? Sea el que sea, sea el que cada uno le quiera dar, el mundo de la moda, la industria textil y su producción y comercialización es muy grande, mueve incontable dinero y trabajo de miles de personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario